Nuestro centro


El Colegio se fundó en 1989 y desde sus inicios se ha considerado un centro familiar en el que el número de alumnos permite un trato cercano con las familias y una participación de las mismas real y continua. Pléyade es una cooperativa formada por varios profesores encargados de la puesta en marcha de un proyecto curricular coeducador, potenciador de la creatividad y compensador de las desigualdades. Un proyecto cuyo fin es desarrollar plenamente la personalidad del alumnado, fomentando el respeto y la tolerancia. En definitiva un proyecto abierto que está en constante evolución, en los que los programas de enseñanza deben adaptarse a una sociedad en continuo cambio que exige unos conocimientos nuevos, así como personas capaces de trabajar en equipo con carácter dialogante y democrático. Este proyecto se desarrolla en una escuela que cuenta con una unidad por curso desde el segundo ciclo de Educación Infantil hasta 4º de Educación Secundaria, lo que permite tener un número razonable de alumnos por aula garantizando un proceso de enseñanza y aprendizaje personalizado que respeta el ritmo individual del alumnado.

Nuestro entorno


El Colegio Pléyade es un centro ubicado en El Vedat de Torrent, una zona en plena naturaleza rodeada por una amplia pinada. Nuestro entorno proporciona grandes beneficios en la salud y en el aprendiaje de los niños.

Contamos con unas amplias instalaciones entre las que se encuentran: comedor con cocina propia, instalaciones deportivas, sala de informática, aulas con pizarra digital, dos piscinas y zona ajardinada. Todo este espacio permite que el alumnado desarrolle un cuidado especial por la naturaleza además de posibilitar la realización de varias actividades complementarias y extraescolares como fútbol sala, taller multidisciplinar, inglés, informática, teatro, guitarra, clases de repaso, etc.

Dicen los expertos que, privados de experiencias con la naturaleza, los niños pierden importantes espacios de desarrollo cognitivo y emocional, pierden capacidad de exploración, de creatividad, de destreza para la convivencia y para la resolución de problemas. Y aluden a diversos estudios de investigación que prueban que los niños del campo enferman menos, tienen mejor concentración y autodisciplina, mejor coordinación física, equilibrio y agilidad, son más imaginativos, tienen más habilidad para divertirse y colaborar en grupo, son más observadores, muestran más capacidad de razonamiento y más paz interior.

La naturaleza ofrece una cantidad tan elevada de estímulos que el contacto con ella hace que el niño se encuentre en un espacio abierto, con sensación de libertad, con capacidad de moverse libremente, de observar los procesos que ocurren, y eso es fundamental para el desarrollo de sus habilidades de movimiento pero también un estímulo para sus neuronas, para sus emociones y para su aprendizaje; es una experiencia vital que permite al niño sentir y medirse a sí mismo.

La neurociencia ha demostrado que el contacto con la naturaleza tiene repercusión en el número de conexiones neuronales y favorece una organización cerebral rica y variada, una mayor plasticidad, de modo que favorece el desarrollo intelectual y el aprendizaje cognitivo. Caerse, levantarse, ejercitar los músculos y los sentidos, ponerse a prueba, coger insectos, plantar semillas, son estímulos para el cerebro y también para las emociones, porque oler una flor, observar un insecto o un animal provoca al niño sensaciones que, a su vez, suscitan emociones, y esas emociones son luego importantes para construir el conocimiento, porque lo que aprendemos vinculado a emociones se graba más fácilmente en nuestra memoria y es más difícil de olvidar.

Con el contacto con la naturaleza también sienten menos emociones negativas, los niños son más observadores y se muestran más agradecidos.

Son muchas las evidencias de que crecer y poder desarrollarse en un entorno natural como el nuestro beneficia la salud y el aprendizaje de los niños.